Algo había en aquel primer trailer de Guilty Gear Xrd que nos ponía por primera vez frente al nuevo estilo artístico de ASW en 3D que nos hizo explotar a todos los cabeza. Y es que Xrd -SIGN- inaugaraba una etapa en la compañía de Minoru Kidooka de la que todavía hoy vive, en unos 2D simulados con sprites pintados uno a uno artesanalmente que son dificilmente superables por nadie de la competencia y que tantas alegrías nos darían tras éste Xrd.

Pero es que Xrd no fue sólo un primer contacto, una vez más Arc System nos brindaba con él un juego rompedor en todos los aspectos que voló a los niveles más altos de la excelencia. Además de un sistema de lucha complejo y que ha dado algunos de los momentos competitivos más espectaculares del género, nos encontramos con un juego cuidado con cariño en todos sus modos. Desde un completo modo de entrenamiento, pasando por un interesante modo M.O.M. donde podremos mejorar las habilidades con nuestro personaje, como unos cuidados modos arcade e historia, en los que se nos relata la historia más interesante de la saga en una forma que recuerda al anime y que está a medio camino entre éste y la novela visual.

Artísticamente es excelente una vez más. Tanto en el diseño de los personajes y sus animaciones como en el de los propios escenarios. Por no hablar de la música, que si bien está un pelín por debajo de las entregas de los años 2.000, el juego sigue ofrenciéndonos temazos como Magnolia Eclair.

Fue una buena notícia que Arc se volviese a hacer con los derechos de Guilty Gear y Daisuke pudiese volver a poner a los mandos de una nueva entrega de la saga. Un retorno esperado y para nada decepcionante.

Valentine ha sido derrotada.

Sin embargo, poco después, una nueva Valentine aparece frente a las cámaras de todo el mundo y lo pone bajo amenaza de nuevo, desde el mismo epicentro de la zona cero donde un día se destruyó Japón.

Los héroes de la tierra se dirijen hacía allí, sin saber la amenaza que un terrible artefacto conocido como La Cuna supone para la ciudad de Babylon.

Al mismo tiempo, el Gremio de Asesinos se intenta reformar ante el retorno de Zato-1, y un extraño y poderosísimo joven conocido como Bedman ha aparecido en escena. I-No y Axl siguen con el enigma de los viajes en el tiempo y Faust se dirijirá a la Colonia para tratar de investigar una extraña enfermedad que aqueja a los japoneses, incluídos entre ellos a May, del May-Ship II.