Jin Kazama (風間 仁 Kazama Jin) es uno de los personajes importantes de la saga Tekken, ejerciendo de protagonista en la tercera, cuarta y quinta ediciones del juego. A pesar de que lucha por extinguir la sangre de los Mishima, está emparentado con ellos, pues su madre, Jun Kazama, dió a luz a Jin separado de su padre, Kazuya Mishima. Jin es japonés y tiene el pelo de punta hacia atrás.

Jin se crió sólo junto a su madre Jun Kazama solo, alejado en las montañas, mientras ésta le enseñó durante años a pelear. Pese a que Jin no lo sabía, era hijo de Kazuya Mishima y heredero de la sangre de los Mishima, corrupta por el espíritu de los demonios. Aunque Jun había intentado alejar la influencia de su hijo, éste también cargaba con ella.

Cuando Jin cumplió 15 años su madre sintió una extraña presencia y, temiendo por su vida, le dijo a Jin quién era en realidad, quienes eran sus antepasados, y que si a ella le pasaba algo se pusiera en contacto con su abuelo, Heihachi. Cuatro días más tarde una terrible presencia atacó y destruyó el hogar donde Jun y Jin habían permanecido aislados durante años. Jin estaba inconsciente, y cuando despertó, lo vió todo en ruinas y su madre desapareció para nunca más saber de ella. Jin juró venganza y se puso en contacto con su abuelo, el líder de la corporación Mishima, que lo acogió y le entrenó. Pasó el tiempo y Jin descubrió que lo que había acabado con su madre era Ogre, un espíritu ancestral que buscaba y absorbía a los mejores luchadores. Cuando Jin estuvo preparado marchó para tratar de consumar su venganza. Se había detectado la actividad de Ogre en México y se dirigió dispuesto a darle caza. Finalmente dio con el monstruo, al que tras pelear de forma muy dura consiguió vencer. Jin así consumó su venganza. Sin embargo, al acabar con el monstruo, un escuadron de las Tekken Forces trataron de acabar con él. Heihachi le había traicionado y buscaba su fin.

Desde entonces, la vida de Jin discurriría en una doble lucha por controlar su demonio interno y la de acabar con el clan de los Mishima, y dar así fin a la maldición que fluye en su sangre.