AM2 estaba a finales del milenio y principios en su mejor forma. Juegos como Ferrari F355 o Shenmue habían asombrado a todo el mundo y el estudio, dirigido por el gran Yu Suzuki, tenía una espinita clavada con una tercera edición de Virtua Fighter que les salió más discreta de lo esperado.

Para la cuarta edición prepararon algo gordo, algo que tenía que llegar a Dreamcast y algo que tenía que devolver a la saga a su trono. Sin embargo la convulsa situación de Sega en 2000 y 2001 afectó al juego, que al final no sería convertido a Sega Dreamcast sinó que llegaría a PS2. Aún así, el estudio lo dió todo por éste juego y el resultado fue algo excepcional, al nivel del mejor Virtua Fighter. Con un apartado gráfico que avergonzaba a la competencia y con la jugabilidad siempre pulida hasta lo enfermizo de ésta saga, vimos un juego grande entre los grandes, que por desgracia vió un paso más discreto de lo que mereció a causa de la situación de Sega.

Sin embargo, es un juego que merece ser recordado y respetado por aquellos quienes disfrutan de un buen juego de lucha. Una joya oculta.