Después que la saga resucitase con fuerza, NRS nos traía de vuelta a Mortal Kombat con un salto temporal que nos llevaba a la siguiente generación. No sólo de kombatientes, sinó también de plataformas. El paso de PS3/360 a PS4/One se nota en todos los aspectos con un aspecto gráfico a años luz de aquella novena entrega que significaba el reinicio de la saga.

Causa un poco de desazón observar el aspecto gráfico del juego. Los problemas históricos de NRS siguen ahí: caras deformes que no acaban de estar bien del todo y algunas animaciones que siguen viéndose inhumanas, sobretodo la forma en que los torsos se mueven y reaccionan a los golpes. Y es que a pesar de todo, de la nueva decepción, es difícil llegar a enfadarse porque hay mejoras. Si lo comparamos a otros trabajos de NRS el desastre no es tan magno, la compañía está mejorando éste aspecto. No hay problemas sin embargo en los diseños, las ropas, armaduras de los personajes siguen siendo excelentes. Siempre lo han sido. En cuanto a los escenarios, son menos. Ésta vez sólo contamos con 13 y eso sería seguramente malo...pero qué escenarios. El trabajo hecho en éste aspecto, tanto en cuanto a técnica como estética es espectacular, dándonos algunos de los mejores fondos que hemos visto en un juego de lucha. En cuanto al resto del aspecto artístico del juego, la música sigue siendo discreta como siempre. El sonido acompaña y da ese empaque tenebroso que la estética de la saga necesita, pero no destaca en ningún momento. Cumplidora.

También destaca ésta décima edición en uno de los aspectos en que Mortal Kombat ha sido históricamente más débil. La jugabilidad de MKX puede compararse ya de alguna manera a los mejores juegos japoneses y consiguió que millones de los usuarios de la saga siguiesen jugando por primera vez después de la salida del juego y de los modos más básicos.

Y es que de ésto no anda corto tampoco el juego. Además del 1vs1 el juego viene empacado en una excelente interfaz con multitud de modos, desde las clásicas torres hasta la guerra de facciones, donde competiremos online contra otros equipos. El modo Kripta, que al final es una clásica galería, ha sido tratado con tanto mimo que para desbloquear todos los extras del juego nos introduciremos en un completo juego de mazmorras clásico. Un trabajo de contenido excelente, en ésto NRS no nos falla nunca.

Y poco más que añadir, salvo que probablemente nos encontremos ante el mejor Mortal Kombat que pudimos disfrutar nunco, superando incluso a lo que fueron en su día las ediciones clásicas.

La invasión a la tierra de Shao Kahn rompió los acuerdos ante los Dioses Antiguos sellados entre el Reino de la Tierra y el Mundo Exterior. Por ello, el Kahn fue castigado y eliminado por los mismos Dioses.

Pero algo acechaba en las sombras. Tras la invasión a la Tierra alguien movía los hilos. Shinnok, el Dios Antiguo caído, lleva años junto a su mano derecha, el hechicero Quan Chi, tramando su retorno. Shinnok que como Dios Antiguo es inmortal, fue encadenado y por éstos mismos tras el fracaso de su rebelión y encerrado durante toda la eternidad. Pero al fin su plan ha dado fruto y vuelve entre los vivos, dispuesto a hacerse con el control de los Reinos.

Dos años después de la muerte de Shao Kahn las puertas del Infierno se abren y Shinnok y sus hordas de demonios invaden la tierra. Nada puede escapar de su temible ejército, ni siquiera Raiden y Fujin, que tratan de defender la Cámara de Jinsei y la energía vital de La Tierra, pueden contenerlos. Shinnok está a punto de hacerse con el control de la energía de la Tierra pero en ese momento llegan los kombatientes de la Tierra, y tras abrir las líneas del ejército de demonios, Johnny Cage llega hasta el mismo Shinnok. Despierta un poder oculto de su linaje y consigue aturdir al Dios caído, momento que aprovecha Raiden para encerrarlo en el medallón del Dios.

Un final feliz, el mundo ha sido salvado y la paz ha llegado al fin. Han sido 20 años de paz, todo el mundo ha rehecho sus vidas y una nueva generación de jóvenes kombatientes se alza. Pero quizá, los tiempos de paz no duren mucho más...